miércoles, 3 de mayo de 2017

Cuento

Se oye la televisión y hay dos chicos sentados en el sofá. Lucas está mirando a la pantalla pero no está prestando atención a la película, necesita hablar con Marcos de algo:
-Marcos.
-¿Sí?
-Tengo que pedirte un consejo.
-Cuéntame- dice Marcos mientras baja el volumen de la televisión.
-No sé que me pasa.
-¿A que te refieres?
-Es con Julia... -habla muy suave, nervioso- Y con Dani.
-¿Julia y Dani? Pero, ¿se conocen?
-No, no. Es que...
-Venga Lucas, di.
-Es que creo que ya no me gusta Julia.
-¿Y a ella le gusta Dani?-pregunta Marcos confuso- No entiendo que tiene que ver sino.
-A ver, es que...
-Lucas, dímelo, que no pasa nada.
-Pero...
-Va, dilo.
-Creo que no me gusta Julia porque... Me gusta Dani.
-¿Qué?¿Te gusta Dani? Ya si que me he perdido, no entiendo nada.
-Sí, me gusta Dani.
-Pero, ¿eres gay?
-Eso es lo que no entiendo, estoy un  poco confundido, si me gusta... Será que sí, ¿no?
-¿Por qué no me lo habías dicho?
-¡Porque no lo sé ni yo!-dice Lucas ya un poco alterado.
-Vale, vale. Pero porque él te guste no tienes que ser gay, puedes ser bisexual, ¿no?
-Supongo...
-¿Y qué piensas hacer?-pregunta Marcos interesado.
-No lo sé, ¿qué crees tú?
-Deberías decírselo.
-¿Qué?¡No!-Lucas no se lo puede creer, no puede decirle eso.
-Sí, con estas cosas es mejor arriesgarse. Además, ¿sino que vas a hacer? ¿Esconderlo toda tú vida? ¿Hacer cómo que no te gustan los chicos?
-No sé, Marcos... Es que la gente...
-¿No ves que yo me lo he tomado bien? Mira, te voy a contar algo que le pasó a Tamara.
-Pero,¿qué?
-Tú escucha:
Tamara era la típica chica, tacones altos, vestidos, perfecta manicura, labios rojos y rimmel. Iba a fiestas con sus amigas y hablaban de lo mal que le quedaba el vestido a esa chica, de lo guapo que era aquel chico, de una famosa o de otra. Y así, todos los días. 
Con ese maquillaje que jamás se quitaba. Hablando de programas de culebrones, revistas de modelos, tacones, cirugía plástica y sombras de ojos.
Lo cierto es que se llevaba bien con esas chicas. Todas ellas disfrutaban de su día a día, y sus temas de conversación. Tamara nunca ha pensado que sea peor hablar de pintalabios que de literatura. Pero ella no encajaba.
Un buen día comenzó a hablar con un chico que se sentaba a su lado. Hablaban de música, de libros, de películas. De la carrera artística que él aspiraba a estudiar.
Y sus amigas lo único que hacían era preguntarle una y otra vez que si ya se habían declarado, que si estaban saliendo juntos. Ella ya no sabía cómo decirles que no. Cada día pasaba más tiempo con él y sus amigas no querían creer que solo fuesen amigos.
Tamara empezó a cambiar de estilo, en su habitación ahora se oía otra música, en sus paredes en vez de pósters había dibujos y por la mesa en vez de revistas había novelas. Llevaba vaqueros y camisetas grandes. Botas en vez de tacones. Más rojo en los labios y más oscuro en los ojos. Poco a poco dejaba ver quién era.
Llegó el día en el que el instituto permitía que los alumnos hiciesen algún tipo de actuación. Tamara y su grupo de amigas solo iban de espectadoras pero les gustaba ver a sus compañeros actuar. Este año fue distinto.
Ella les dijo que tenía que celebrar el cumpleaños de su madre y que no podría ir, pero que fuesen sin ella. Sus amigas estaban ya un poco enfadadas porque sentían que Tamara se estaba apartando mucho de su grupo, y querían que volviese a ser como antes.
Fueron al festival y escucharon a un grupo cantar un tema rockero, dos chicas bailaron, una chica tocó un solo de batería, otra hizo un espectáculo de magia y un chico se dedicó a recitar un poema. Cuando solo quedaba una persona por actuar toda la sala se quedó en silencio y en el escenario apareció Tamara con su guitarra colgada. No quería levantar la vista porque sabría que se moriría de nervios pero todas sus amigas estaban entre indignadas y asombradas.
Tocó una balada, suave, cantando sobre los acordes y mirando las cuerdas. Déjandose el alma en la canción. Las primeras en aplaudir fueron sus amigas.
Cuando bajó del escenario la abrazaron entre todas y por fin hablaron. Tamara era otro tipo de persona. Música, guitarra, poesía y pintura. No era como ellas. Pero la querían, igual, como fuese. Y ahora que era ella, y que era auténtica, todo funcionaba mejor.
Hablaba de unas cosas con ellas y de otras con aquel chico, Y se llevaban igual de bien e incluso mejor, porque al final ser tú mismo sirve mejor que ninguna estratagema.

-Y con esto, ¿qué me quieres decir, Marcos?
-Qué a todos nos cuesta un esfuerzo ser quiénes de verdad somos. Pero que cuando lo conseguimos al final sirve para algo. Que no es en vano. Que la vida transcurre más alegre si no te escondes.
-Supongo que tienes razón... Pero es que no quiero hacer esto.
-Lucas, ¿sabes quién era el amigo de Tamara?
-No, pero ¿qué tiene que ver?
-Que era Dani. Que él ya ha visto a alguien cambiar para acabar siendo como de verdad es. Que no es la primera vez que es el causante de que una persona se de cuenta de que en realidad es de otra manera. Y que se lo va a tomar bien en cualquier caso.
-De acuerdo... Lo más probable es que tengas razón, hablaré con él.
-¡Genial!
-Gracias, Marcos.
-De nada, tío.

Lucas habló al día siguiente con Julia, lo primero. Le explicó lo sucedido, y dijo que no quería herirla y preferia avisar antes de que las cosas fuesen a peor. Ella lo entendió. Lo cierto es que lo que le hizo sentir tan mal no fue que existiese un chico concretamente, sino que existiese alguien más. Que ella ya no fuese su pareja ideal. Pero lo superará, ya lo ha hecho más veces.
Después se lanzó a hablar con Dani, ¿qué podría salir mal? Le dijo que había algo importante que necesitaba decirle, y él atentamente escuchó todo aquello que Lucas necesitaba contar. Le contó todo lo que sentía, todas las confusiones que eso le había provocado, todas las dudas, y todos los miedos. Le contó lo mucho que le había costado decírselo a Julia sabiendo que le haría daño, y le contó como Marcos había usado de ejemplo la historia de su amiga. 
La respuesta de Dani fue simple. Lucas no paraba de hablar, Dani le besó. Y así por fin dejó de ponerse tan nervioso, se relajó y dejó las cosas suceder. Que al fin y al cabo lo mejor que puedes hacer es ser tú mismo.

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